De pequeñas siempre nos cuentan sobre princesas, nos envenenan la mente con historias de hadas donde una idiota vive en el bosque y el primer wey al que conoce ( que convenientemente es un príncipe), se enamora de ella, cantan como locos y se casan con vestidos que hacen las ardillas de los arboles.
¿Qué pasa cuando despiertas a la realidad y te das cuenta de que pasaste 10 años de tu vida escuchando tontas historias, aprendiendo a cuidar bebes indirectamente (jugando a las muñecas) jugando al ama de casa, con tu juego que trae escobita, trapeador y un recogedorcito, jugando a la comidita con tu jueguito de té? Luego volteas y descubres que, mientras en México nos preparan desde pequeñas como militares a ser amas de casa, los niños están en su pedo. O ¿alguien alguna vez vio a los niños jugando al compadre? O ¿Jugando al papa? ¡Claro que no! Ellos todo el tiempo están en la idiota jugando videojuegos, futbol o a que se apoderan del universo.
Nintendo por ejemplo tenía medio la idea; los hacía pasar mundos y mundos para llegar por su princesa, el mensaje era padre; no importa que seas un estereotipo racial de fontanero panzón y bigotón; si pasas muchos mundos, puedes conseguirte a una güerita, pero si la princesa se le va una vez, luego llega el mismo y se la vuelve a llevar, pues se vuelve una historia aburrida.
Las diferencias entre hombres han estado ahí siempre, ya que las mujeres logran superar a las princesas y se dan cuenta de que los príncipes no son ni remotamente existentes; pasan a la siguiente etapa de la idiotez, los chick
flicks: Las historias en la pantalla grande donde siempre el wey se da cuenta de que la ama, corre al aeropuerto, la besa y viven felices para siempre.
Ustedes creen que es broma, pero cada que voy a ver una película de esas con una amiga, sale deprimida porque está segura de que si su wey no hace algo así por ella, es porque no la ama (así fue como me volví fan de las películas japonesas de terror), y ahí me tienes explicándole que es una película, que es Megan Fox y que cada quien tiene su forma de demostrar cariño, pero es cansado, porque es eso o decirles que entonces busque la felicidad en alguien que la trate como a la de la película (que no existe) .
El punto es que todo es un círculo vicioso, las mujeres mexicanas se empeñan en buscar desde pequeñas cosas que las hagan sentir princesas y vivir felices con un príncipe que por lo menos baje la tapa del baño, no eructe y no se esté quedando calvo. Mientras que yo si fuera princesa me conformaría con vivir en un castillo que tenga agua caliente y la mejor regadera del mundo… y nada, ahí me quedé.
Chulada esta ultima entrada de tu blog!
ResponderEliminarHace tiempo escribí algo no igual ni parecido, pero creo que es sobre el mismo tema.
A ver si te das una vuelta por ahí ( http://www.facebook.com/note.php?note_id=112866455806 )