martes, 19 de junio de 2012

Y de novi@s...

Todas las mujeres, aunque digan que no, sueñan con un hombre que las cuide, las proteja, las respete y todas esas mamadas que nos enseñó Disney en sus cuentos. Pero ¿qué pasa cuando todo lo que te dijeron esta al revés y tú te vuelves el príncipe de la relación? Puede ser por mi carácter o porque eructo fuerte cuando tomo cerveza, o porque digo groserías que ofenderían hasta a un gasolinero, o tal vez porque albureo tan padre que puedo sonrojar a un cargador de una merced. El punto es que la mayoría de las veces parece que yo soy el hombre de la relacion.

Claro que ya sé cómo son ustedes de morbosos y están esperando que les cuente anécdotas que afirmen esta teoría, así que ahí les van algunas. Los nombres de los susodichos serán omitidos para resguardar su identidad y “hombría”.
Una vez tuve un novio que juraba que si yo estaba en mis días y tenía cólico, a él se le pegaban. Esto, según yo, no es posible a menos que el hombre tome leche en mamila y se le llene la pancita de aire, cosa que es poco probable.
Tenía otro novio hace algunos años, que no se portó muy bien que digamos, y cuando lo corté fue un dramóoon de su parte, lo corté además un par de semanas antes de que cumpliéramos un año y el truene fue el mismo día del atentado de las Torres Gemelas, para que nunca lo olvide.

El susodicho trató de convencerme con la siguiente historia: (música de violines aquí) “por favor no me cortes, porque te estaba preparando una sorpresa increíble. Justo el día que cumpliéramos un año, te iba a llevar al circo y cuando salieran todos los payasos iba a salir yo vestido de payasito con una rosa para ti”. En ese momento fui a la iglesia a agradecerle a Dios y a todos sus compadres haberme evitado hacer el oso de mi vida.

Un día a las 5 de la mañana yo estaba dormida, muy tranquila en mi camita, cuando de pronto sentí una presencia junto a mi cama, así como en “Paranormal Activity”, me asusté muchísimo y como ratoncito me fui a la esquina de mi cama y me coloqué en posición fetal, medio escuchaba que la sombra junto a mi cama me estaba hablando, pero no lo podía escuchar porque yo (como señora de Polanco) duermo con tapones para los oídos cuando se me ocurrió quitármelos, escuché una voz conocida que me decía:  “no te asustes, soy yo”. Era un ex novio que no entendía cómo había llegado hasta mi cuarto a altas horas de la noche, en lunes. ¿Y cómo no me iba a asustar? ¿Qué tal si traía un cuchillo o así? Total que llorando -literalmente- del susto, le pregunté qué quería, él me dijo “acuéstate”, yo pensé “ya valí madres y mi ex me salió violador”, le hice caso, me abrazó y comenzó a cantar “Hey Jude, don't make it bad. Take a sad song and make it better…” 0_0 y nada, ahí me quedé…

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