miércoles, 13 de junio de 2012

Y de mosquitos…

Vemos una imagen en blanco y negro, una playa Sueca, fría, con muchas piedras, a lo lejos se alcanza a percibir lo que parecen ser dos personas, la cámara se acerca somnolienta, de un lado estoy yo y del otro ,un mosco gigante, en medio un tablero de ajedrez, es un pulso uno a uno por mi derecho a dormir….

Yo sé que a todos les ha pasado y que no es un tema de gran gravedad en nuestras vidas, al final el que haya un mosco en el cuarto parece ser lo más común del mundo y, evidentemente, esto no se considera un pretexto valido para no ir a trabajar al día siguiente (sin importar lo poco que hayas dormido) y es que, quienes lo hemos sufrido, sabemos que la presencia de un mosco te quita el sueño.
3: 00 am: Comezón, ardor en el cuerpo, miles de piquetes, es más si me pagaran de a peso el piquete por la mañana habría ido a comprar un “AUDI” (bueno, mínimo un six). 

De pronto lo escucho, es ese zumbido pausado en el oído que aparece justo cuando estas por quedarte dormida otra vez, me levanto y veo que el insecticida (que es lo único que funciona) está vacío, mi única opción, un repelente, que además apesta espantoso como a lima (una lima ácida que te irrita la garganta). Me pongo en todo el cuerpo (según yo) y siento como el “nada tonto” empieza a picarme en el dedo pequeño del pie (claro, fue el único lugar donde no me puse).
5 minutos, el repelente esta de más,  el mosco, persistente, regresa a la caza y la única que sufre los estragos del aroma a lima soy yo. Y es que el repelente es buenísimo para mosquitos de campo, de playa, pero no para los moscos citadinos, claro que no, si ellos pueden sobrevivir a altos niveles de contaminación ¿Cómo se nos ocurre que van a sucumbir ante el vulgar aroma a lima/limón?

Pasa el tiempo, una, dos horas, la desesperación es atroz. En mi estado, lo mejor que se me ocurre es destaparme la pierna para ofrecérsela como sacrificio al gran dios mosco a cambio de algunos minutos de sueño, mi sueño peeeeero ¡no!, insiste en merodear por mi oreja, entonces sí, muy molesta prendo la luz y ahí está, tranquilo el infeliz, hinchado de sangre, viéndome cuasi burlándose, así que de un manotazo lo mato al muy desgraciado, acto seguido lo agarro de la alita (ya aplastado) y empiezo a zumbarle de cerca diciendo “para que veas lo que se siente”.
 
Después de todo esto, y como era obvio, mi novio y yo ya no podíamos dormir, así que nos quedamos un rato despiertos y cuando por fin estoy quedándome dormida, escucho un zumbido aún más molesto (si se puede), es mi chico tarareando/chiflando una canción, muy enojada volteo y le digo “¡ya deja de cantarme la cumbia del mosco!” – ¿Qué dices Mosco?, es una canción de Metronomy-  

y nada, ahí me quedé…


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