Últimamente en mi vida hay muchos cambios, la mayoría son cosas muy buenas, así que no me quejo. Con el robo de la casa y sin pantalla de televisión prácticamente no tengo nada que hacer en mi departamento, entonces intento regresar muy tarde para llegar solamente a dormir y ya, por supuesto que para regresar tarde se necesitan dos cosas: 1.- amigos y 2.- tener a donde ir.
Ahora los miércoles vamos a un lugar que se llama Rhosesia, es un bar en la roma donde ponen música electrónica, hay unos chupesitos muy coquetos en los que mezclan un montón de cosas y lo más importante gente con ondita. El miércoles pasado fui con mis amigos a ese lugar, escane como de costumbre y por un momento me espante al ver que había un niño igualito al wey con el que estaba saliendo y encloqueció, claro que pensé que me estaba alucinando y estaba empezando a verlo por todos lados así que no hice caso a la situación, hasta que todos mis amigos uno por uno y por separado me dijeron que “el de gorrita” era idéntico al enloquecido, eso sí, estaba un grado más guapo y otro más finito, si era una grado menos demente entonces valdría la pena. Nunca he sido muy buena para ligar pero tengo la suerte de parecerle interesante a quien me gusta en algún lugar.
Intercambiamos miraditas y alguna sonrisa, cuando fui al baño me siguió para por fin preguntarme mi nombre, era de verdad impactante el parecido. Me invito a su mesa (que era la única que había en el lugar y parecía más bien un buro) platicamos un rato para investigar que era actor de tv azteca y también tenía 20 años, cosa que se notaba inmediatamente cruzando un par de palabras. ¡20 años! ¿Pero yo que hago con un niño de 20 años? A lo que él respondió. No te imaginas todo lo que un niño de 20 años te puede hacer, y si, me sonrojo, pero resulta que a mi todos los chamacos me salen muy vivos. Después de mucho platicar y mis amigos muy drogados por algún rincón decidí irme al “after” con el mini demente, aburriderrimo, son las cosas que hago solo por forever, resulta que el pequeño después de presentarme como su novia con sus amiguitos y platicarme de su “carrera” ya no tenía nada de chiste. Me llevo a mi casa, claro, insistiendo en quedarse y enseñarme las mañas propias de un 20 añero pero la verdad no estaba para nada interesada en despertarme y verlo ahí, así que me despedí prometiéndole verlo en otra ocasión y lo único que gane con eso es que mis amigos me molesten diciendo que seguramente a la próxima encontrare al wey que se parece al otro wey en las maquinitas de la esquina, solo que este va a tener 15 años. Y nada ahí me quede…